Trampas

La compleja situación que estamos viviendo no permite un razonamiento simple, de blanco y negro. Las cosas no son así. Nunca lo han sido, y menos ahora, que la complejidad ha superado todo lo imaginable y, además, es azuzada por intereses particulares de todo tipo, por egoísmo indecentes, y, por un continuo y excesivo bombardeo de información.

Es, en estas situaciones, cuando más alerta debemos estar si queremos realizar buenos análisis de las situaciones a la que nos enfrentamos en nuestra actividad profesional y empresarial. Estamos, más que nunca, sometidos al riesgo de caer en sesgos que nos dificultarán ver la realidad, definir bien los problemas a los que nos enfrentamos y, que parcializarán nuestro razonamiento, impidiéndonos realizar buenos análisis, llegando a conclusiones erróneas y malas decisiones.

Uno de estos sesgos es el excesivo peso que solemos dar a la primera información que recibimos, que se ancla en nuestra mente y actúa en nuestro inconsciente limitando nuestras perspectivas. De ahí, esta nueva cultura de la comunicación continua, constante y sin freno, a base de cortos mensajes, impactantes y simples, pero que trepanan nuestra mente. Si a esto le añadimos nuestra natural tendencia a resolver subconscientemente lo que queremos hacer, antes de pensar por qué lo queremos hacer y, a interesarnos más en las cosas que nos gustan, que en la que no nos gustan, nos lleva a otro sesgo, sólo buscar la información que sabemos nos reforzará en nuestra idea, y cuando no, a interpretar la información como queremos para que se corrobore nuestro pensamiento.

Para salir de esas trampas, nada mejor que ver el problema desde distintas perspectivas, no limitarnos a la primera que nos venga o, nos convenga. Buscar información y opinión variada para ampliar el marco de referencia y, ser honesto consigo mismo, asegurándose de examinar todos los datos con igual rigor.

Por último, mucho cuidado con esa predisposición a reconocer los sesgos en otras personas, pero no en nosotros mismos. Si le ocurre, oblíguese a tener una visión, no sólo crítica, también autocrítica.

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