Ética para valientes

Con tantos charlatanes polemistas, mantras superfluos, libros de autoayuda, apelaciones constantes a derechos, reclamaciones de libertad, etc..,  leer con pausa y reflexión el magnífico libro que da título a esta columna, en el que su autor, David Cerdá, nos recuerda conceptos tan ancestrales como necesarios para comprender qué estamos viviendo y, lo que es mejor, qué podemos hacer para no seguir por el camino equivocado.

A través de cuantiosas referencias a filosóficas y ejemplos de hechos reales nos revela los tipos de honor (tribal, meritorio, privilegiado, íntegro y ético), los sentimientos morales esenciales (vergüenza, compasión y reverencia), las clases de libertades (negativa, positiva e íntima), la diferencia entre ética de la convicción y ética de la responsabilidad, y esclarece que es la valentía y la responsabilidad.

Me permito compartir algunas de sus reflexiones.

La individuación nos está empujando a la vacuidad y a la confusión, lo que aprovechan políticos dudosamente democráticos y grandes corporaciones para hacer caja con nuestro desconcierto. El ser humano alcanza sentido solamente por la presencia de otros seres humanos a los que amar y otras dignidades que defender.

El honor es una moral con raíces. Las personas que tiene honor no existen sin más, sino que viven enraizadas. Uno de los problemas actuales es se van perdiendo las referencias.

La ética del honor rebate que la felicidad sea el fin último y sobre todo único de la especie humana. Apuesta en cambio por perseguir el bien, aunque no nos haga felices. Se nos ha hecho creer que la felicidad solo depende de nosotros; un infundio de esa pseudodabiduría mal llamada autoayuda. Sin embargo, nuestro comportamiento moral sí que está por entero en nuestras manos.

El honor ético, que consiste en cumplir con los propios deberes respecto al prójimo y uno mismo, opera a través de tres sentimientos morales esenciales; la vergüenza ante lo bajo, la compasión frente a los iguales y la reverencia hacia lo alto.

La libertad completa comprende tres aspectos: no ser oprimido, ser responsable y conocer y resistirse al tirano que habita en nosotros. Sólo quien autónomamente asume deberes puede decirse soberano de sí. Responsabilidad es dar respuesta a un prójimo que me observa y cuyo sufrimiento me exige. Sin responsabilidad y sin deberes no hay verdadera sociedad, sino un equilibrio de intereses siempre al borde del precipicio.

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